El Señor Está Cerca

Viernes
22
Julio

Jefté volvió a enviar otros mensajeros al rey de los amonitas, para decirle: Jefté ha dicho así: Israel no tomó tierra de Moab, ni tierra de los hijos de Amón… Jehová, que es el juez, juzgue hoy entre los hijos de Israel y los hijos de Amón. Mas el rey de los hijos de Amón no atendió a las razones que Jefté le envió.

(Jueces 11:14-15, 27-28)

Los jueces de Israel (21) Jefté (B) Bien informado

Ante la insistencia de los ancianos de Galaad, Jefté aceptó su petición de ayudarlos contra los amonitas. A cambio de su ayuda, ellos estuvieron de acuerdo en reconocerlo como caudillo y jefe del pueblo de Galaad. Luego de tomar esta posición, Jefté envió mensajeros al rey de Amón para preguntarle por qué estaba peleando contra él.

El rey amonita le respondió que la tierra del lado oriental del Jordán era su territorio, y que Israel se lo había quitado después de subir de Egipto. Para responder a esta afirmación, Jefté le envió un mensaje resumiendo 300 años de la historia de Israel. Jefté tenía una comprensión precisa de lo que el Señor había hecho por Israel cuando los introdujo en la tierra. Israel no había tomado la tierra de los amonitas. El Señor permitió que vencieran a los amorreos, los cuales le habían quitado anteriormente esta tierra a los amonitas. Por lo tanto, esta tierra le pertenecía a Israel.

Es bueno conocer la Palabra de Dios con exactitud. Debemos estar «siempre preparados para presentar defensa… ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 Pe. 3:15). Hemos sido bendecidos «con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo» (Efe. 1:3). ¿Estamos familiarizados con precisión de la extensión de nuestras bendiciones? ¿Le enseñamos a nuestros hijos lo que somos (y son) en Cristo? ¿Podemos explicárselos? Como en el caso de Jefté, el mundo que nos rodea no es receptivo al mensaje de la gracia de Dios. Sin embargo, no debemos darnos por vencidos. Somos exhortados a predicar la Palabra, insistiendo a tiempo y fuera de tiempo (2 Tim. 4:2). ¡Hagamos lo que nuestro Señor dice!

Eugene P. Vedder, Jr.

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