El Señor Está Cerca

Lunes
11
Julio

Los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde.

(Génesis 19:1)

Lecciones en la historia de Lot y Sodoma

Estos dos ángeles (los llamaré evangelistas celestiales) entraron a Sodoma. Ellos no iban a entrar a la casa de Lot. Quizás te preguntes: «¿Por qué no?» Pienso que la razón es muy sencilla. Ellos pensaban que la casa de Lot no era de buena reputación. El comportamiento de sus moradores era tal que los dos mensajeros preferían quedarse fuera que entrar. ¡Qué lección para ti y para mí! ¿Cuál es la atmósfera de tu casa y la mía? ¿Es tu casa un lugar donde siempre se puede encontrar a Jesús, y en donde Sus discípulos son siempre bienvenidos? Estos siervos de Dios sintieron que la casa de Lot no poseía un buen ambiente, y por lo tanto preferían no entrar.

Sin embargo, Lot los invitó insistentemente, y ellos finalmente accedieron; y poco tiempo después de que entraron, los hombres de la ciudad rodearon la casa, y el verdadero carácter de iniquidad e impiedad de Sodoma se manifestó. Luego vemos que los que estaban afuera fueron cegados. Ahora bien, pon atención, en este mismo momento Dios está produciendo ceguera en la cristiandad –una ceguera moral y espiritual. Nos acercamos a la velocidad de un rayo al momento del que habla 2 Tesalonicenses 2:11: «Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira» (2 Tes. 2:11).

Admito claramente que este versículo se aplicará en su totalidad cuando el Señor Jesús ya haya venido por su pueblo, y todos los verdaderos cristianos hayan sido sacados de esta tierra. Entonces caerá una ceguera judicial sobre los que han rechazado la luz. Sin embargo, si bien aún no ha llegado el momento descrito en 2 Tesalonicenses, todo el que mira a su alrededor y ve lo que acontece, no puede sino asombrarse por la gran ceguera moral que ha caído sobre la cristiandad, y ninguna otra parte del mundo está más ciega que Occidente, en donde se encuentran los países en que vivimos y que han sido grandemente favorecidos con la Palabra de Dios por muchos siglos.

W. T. P. Wolston

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