El Señor Está Cerca

Jueves
7
Julio

Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.

(Isaías 57:15)

La gracia de Dios

¡Cuán magnificentemente grande es Él! Pareciera que tal asombrosa majestad debiese amenazarnos o repelernos, reduciendo a toda la creación a la nada delante de Él, considerándonos indignos de la más mínima consideración suya. Él habita la eternidad. No tiene principio ni fin; y nosotros somos simples criaturas del tiempo. Él es infinitamente alto, y habita en la altura y la santidad, sobre el más elevado diseño de la criatura.

Pero ¡asombrosa condescendencia de la gracia! Aunque su morada apropiada está muy por encima de todos los cielos, Él habita con el quebrantado y humilde de espíritu, aquel que es el opuesto mismo de la más elevada exaltación y sublime dignidad. Los humanos no son solamente frágiles y débiles, también son pecadores culpables que merecen el desprecio de Dios y su juicio fulminante.

Entonces ¿quién es el que posee un espíritu quebrantado y humilde? Es aquel que enfrenta honestamente la culpabilidad de su condición pecaminosa, con total humillación, contrición y juicio propio. Él se pone del lado de Dios en contra de su pecado, para que así Dios habite con él en gracia. Hay un fundamento que aquí no es mencionado (pues aún no era revelado) y que es imperativo para que Dios pueda tratar justamente con tal pecador. La revelación de esto la vemos en el Nuevo Testamento, allí leemos: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). Esto nos revela que la gracia de Dios es aún más maravillosa, pues no solamente se deleita en habitar con los quebrantados y humildes de espíritu, ¡sino que también dio a su propio Hijo para que muriese por ellos! ¡Esto ciertamente provee un maravilloso despertar en aquellos que han sido llevados a humillarse y arrepentirse de sus pecados!

L. M. Grant

arrow_upward Arriba