El Señor Está Cerca

Miércoles
29
Junio

Dios los ha escogido desde el principio para salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad.

(2 Tesalonicenses 2:13 NBLA)

Los dos aspectos de la santificación

Las Escrituras tienen mucho que decir acerca de la santificación en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, y donde sea que la hallemos, significa fundamentalmente separación o ser puesto aparte. En el Antiguo Testamento, la palabra santificación se utiliza tanto en relación a cosas como a personas, mientras que en el Nuevo Testamento está limitada a estas últimas.

Cuando se aplica a los creyentes, tiene un doble significado –uno primario y uno secundario. Sin embargo, en las mentes de muchas personas el significado secundario ha anulado al primario. Para muchos, la santificación de los creyentes es un proceso por el que somos hechos cada vez más santos y agradables a Dios; pero su significado primario es que, por un acto de Dios, hemos sido apartado para Él mismo. En el sentido primario, todo creyente ha sido apartado para Dios. Esta santificación posicional es un hecho objetivo y absoluto. En el sentido secundario, todo creyente debe ponerse aparte para Dios. Esta santificación práctica y progresiva es una experiencia subjetiva. Y cuando permitimos que la experiencia subjetiva eclipse el hecho objetivo, las cosas se salen de su lugar.

No nos volvemos más santos por alcanzar cierto estándar de santidad práctica. Somos santificados de Dios, y debido a ello, la santidad nos incumbe. Así es como Dios quiere que sea, y es según el principio de la gracia. Somos santificados por la obra de Cristo (He. 10:10) y por el Espíritu Santo (2 Tes. 2:13). También está nuestro lado, con las medidas que debemos tomar para promover la santificación. Debemos «evitar» ciertas cosas, «apartarnos de iniquidad», y «limpiarnos» de los instrumentos de deshonra. Así es como progresa la obra práctica de la santificación. Es la gran obra que el Señor está llevando a cabo con su Iglesia –«para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la Palabra» (Efe. 5:26).

F. B. Hole

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