Este mes os será principio de los meses; para vosotros será este el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia.
En estos versículos leemos de un nuevo principio. En Génesis leemos del principio de la creación y, de ahí en adelante, de cómo Dios puso al primer hombre, Adán, como cabeza sobre esta creación. Dios había resaltado que todo lo que había hecho era bueno en gran manera. Sin embargo, cuando Dios miró, en Génesis 6:12, el pecado había entrado muy pronto en la tierra, y la muerte por el pecado, dejando a su paso ruina y destrucción.
El propósito de Dios de morar con el hombre (ahora pecador) solo puede realizarse sobre el terreno de la redención. Esto introduce un nuevo comienzo: lo antiguo finalizó. En el nuevo orden, el centro de todo es el cordero, un tipo de Cristo, el Segundo Hombre. La sentencia de muerte ha sido pronunciada sobre la primera creación. Pero cuando Cristo apareció, Él «quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio» (2 Tim. 1:10). Cristo es Cabeza de la nueva creación, donde el pecado y la ruina jamás podrán entrar.
¡Qué maravillosa la gracia que permite que todo verdadero creyente forme parte en esta nueva creación! Una nueva creación en la que Cristo es todo y en todos. Aquí nada cambia, pues Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos. Ciertamente es el principio de los meses, un nuevo comienzo que se extiende por la eternidad.
Jacob Redekop
¡Hijo de Dios, su encarnación nos trajo la gracia!
¡Hijo del Hombre, Cabeza de una nueva raza!
¡Sea su Persona coronada de toda gloria!
(Traducción literal)
H. K. Burlingham
