En la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche.
Los cristianos a menudo hablamos de los grandes beneficios que provienen de meditar en la Palabra de Dios. Hace poco alguien me preguntó: «¿Cuáles son algunos de estos beneficios?» Esta pregunta me desafió por completo. El Salmo 119:97-101 describe varios. De hecho, el verso 97 nos presenta el fundamento de este asunto: «Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación». Somos lo que pensamos –y pensamos en las cosas o las personas que amamos. Recuerdo a un siervo del Señor al que le encantaban los estudios bíblicos en casas. Los llamaba «mi pasatiempo». Cuando te encontrabas con él, no pasaba mucho tiempo antes de que comenzara a describir lo que había acontecido en un estudio bíblico reciente. Así como el salmista, él meditaba en la Palabra de Dios porque la amaba.
Ahora bien, ¿cuáles son estos beneficios? Primero, sabiduría. El salmista habla de ser hecho más sabio que sus enemigos (v. 98). Aunque sus enemigos estaban siempre en su contra, no sería vencido, porque la Palabra le daba la sabiduría para enfrentarlos. Luego habla de entendimiento (v. 99). Esto puede sonar asombroso, pero meditar en la Escritura nos dará más entendimiento que todos nuestros profesores (¡tomen nota, universitarios!). No es que tengamos más conocimiento que nuestros maestros, o que debemos menospreciarlos; sino que la Palabra nos dará un entendimiento que está más allá de la experiencia y el conocimiento humano. De hecho, tenemos más entendimiento que los ancianos (v. 100 NBLA). Si pensamos esto en relación con nuestros contemporáneos más ancianos, podemos concluir que la Escritura, y no los años de vida, es la que da verdadero entendimiento.
El tercer beneficio es la preservación del mal (v. 101). Consideremos dos cosas: el salmista habla de refrenar sus pies de todo mal camino para poder guardar la Palabra de Dios. Esa es nuestra responsabilidad; luego, atribuye su preservación al hecho de haber sido enseñado por Dios. Esa es la parte de Dios. Él siempre preservará del mal a quienes desean ser enseñados por Él, y a quienes meditan en su Palabra.
G. W. Steidl