El Señor Está Cerca

Día del Señor
1
Mayo

Los soldados entretejieron una corona de espinas, y la pusieron sobre su cabeza, y le vistieron con un manto de púrpura.

(Juan 19:2)

Las vestimentas de Cristo (4) — Sus sufrimientos (A)

Luego de que Pilato azotara al Señor Jesús, los soldados romanos se mofaron de su título de Rey de los judíos. Cruel e irreverentemente lo coronaron con espinas y lo vistieron con un manto de púrpura. Buscaban ridiculizar las ideas mesiánicas de los judíos, pero detrás de esto vemos manifestada una ira satánica contra Cristo.

En el evangelio de Mateo leemos que los soldados lo desnudaron antes de echar encima suyo el manto en forma de burla (Mat. 27:28). El enemigo buscaba deshonrar al Señor, pero Él menospreció el oprobio (He. 12:2). Aún así, el Señor exhibió a Satanás en la cruz, llenándolo de vergüenza (Col. 2:15). El versículo de Colosenses muestra que la muerte del Señor invirtió por completo los esfuerzos de Satanás. Haciendo pública la derrota del enemigo.

El púrpura era el color de la realeza y de los ricos (Lucas 16:19; Apoc. 17:4) –era el color de los emperadores. Los soldados hicieron esto en total ignorancia, pero ¡cuánto significado tuvo! El Señor Jesús no era solamente el Rey de los judíos, ¡Él es el Rey de reyes!

Vemos algo de esto en el tabernáculo. Al momento de movilizarlos, cada uno de los utensilios santos eran cubiertos con un paño de azul, mientras que el altar de bronce era la excepción a esto, pues debía ser cubierto con un paño de púrpura (Núm. 4:13). El altar de bronce es figura del sacrificio de Cristo; por lo tanto, queda claro cuál era el significado del paño de púrpura que lo cubría –¡Aquel que sufrió es el mismo que reinará!

Pilato era el representante del César, pero jamás se imaginó que estaba ante el Rey de reyes. Él lo entregó para que fuera crucificado como el Rey de los judíos. Los principales sacerdotes protestaron al ver el título que Pilato puso sobre la cruz, pero él les dijo: «Lo que he escrito, he escrito» (v. 19-22). Los hombres se burlaron de Cristo, vistiéndolo con un manto de púrpura, no sabiendo que solamente Él es digno de vestir el púrpura real.

Brian Reynolds

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