Entonces se levantó [Noemí]… porque oyó en el campo de Moab que Jehová había visitado a su pueblo para darles pan.
(Rut 1:6)
Noemí y su familia habían estado diez años alejados de Judá; sin embargo, nunca debieron irse. Ahora bien, quizás dirás que es comprensible y natural que se hayan ido si allí había hambre (v. 1). Sí, bastante natural, porque siempre lo natural le da la espalda a Dios; pero aquí podemos ver cuán necio es «lo natural». ¿Acaso Dios no podía haberlos sustentado en Belén? «Belén» significa «la casa del pan», ¿y no podía Dios haberlos sustentado allí en paz y prosperidad? Pero ¿qué obtuvo Noemí al irse? ¿Obtuvo paz y prosperidad en Moab? No, el corazón que deja a Dios por el mundo recibe prosperidad de problemas, pero ni un solo ápice de paz; un alma que se ha alejado del Señor, y vuelve al mundo, tarde o temprano entra en razón y se da cuenta de su miseria y desgracia.
Noemí dejó Judá con su esposo y sus dos hijos. Poco tiempo después, aquel a quien más amaba en el mundo le fue arrebatado de su lado y puesto en una fría sepultura. Ah, el Señor sabe cómo tocar el corazón con un dolor como este. «La mujer quedó desamparada de sus dos hijos y de su marido» (v. 5). ¡Gracias a Dios Él no la dejó! Gracias a Dios que, aunque tú lo hayas dejado, Él no te dejará. ¿Sabes lo que significa pasar a través del dolor, tal como lo muestra la Escritura? A través de él, el Señor atraerá tu corazón a sí mismo.
Y ahora medita en cómo la gracia de Dios atrae al corazón de nuevo a sí mismo. Noemí se levantó para volver; no simplemente porque en Moab solo había hallado la miseria de la sepultura de sus amados, sino porque oyó que el Señor había «visitado a su pueblo para darles pan». ¡Oh, cuánto ama nuestro Padre el visitar a su pueblo para darles pan! Él puede castigar a su pueblo cuando es necesario, pero el placer de su corazón es llenarlos de gozo a rebosar. La gracia del Señor fue la que la trajo de vuelta.
W. T. P. Wolston