El Señor Está Cerca

Día del Señor
3
Abril

Aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.

(Lucas 2:6-7)

Las vestimentas de Cristo (1) — Su pobreza

Que el Señor de gloria haya entrado en este mundo en circunstan­cias tan humildes es algo que jamás debemos cansarnos de meditar. Él no llegó al gran centro político y cosmopolita de Roma o a los centros filosóficos o intelectuales de Atenas o Alejandría, sino a una aldea muy pequeña ubicada en una pequeña provincia romana. Ni siquiera llegó a Jerusalén, sino a la pequeña aldea de Belén. Incluso, habiendo llegado a la humilde Belén, Él no nació en la posada, ¡sino en un establo para los animales!

Según la costumbre de aquella época, Él fue envuelto en pañales (mantillas de tela). Esta práctica consistía en acostar al bebé diago­nalmente sobre un trozo de tela y luego girar sus puntas alrededor de su cuerpo, sobre los pies, y finalmente plegarla bajo la cabeza. Toda la vestimenta estaba asegurada con tiras de tela enrolladas por fuera. ¡Esta primera «vestimenta» de nuestro Salvador nos habla de la humillación que, por gracia, Él quiso tomar! A medida que fue creciendo, Él muy probablemente llevó las humildes vestimentas de la clase obrera de Galilea. Él no se avergonzó de llevarlas a lo largo de toda su vida durante todo el tiempo que compartió el oficio de carpintero con José (Marcos 6:3).

Antes de venir a este mundo, Él era insondablemente rico. ¿Qué tan rico? El salmista nos da más que una pista al escribir del ropaje que el Señor vestía antes de encarnarse: «se cubre de luz como de vestidura» (Sal. 104:2). Está escrito que «siendo rico… por amor a ustedes se hizo pobre» (2 Cor. 8:9). Sin embargo, al hacerlo, Él no renunció a los atributos de su deidad. Como a menudo se ha dicho: «Él jamás cesó de ser lo que siempre fue cuando se convirtió en lo que nunca fue».

Brian Reynolds

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