El Señor Está Cerca

Jueves
31
Marzo

Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.

(Nehemías 8:10)

El gozo del Señor (1)

Cuando culminaron los setenta años de cautividad, los judíos tuvie­ron la opción de volver a su tierra si así lo deseaban. Entre los que volvieron estaba Esdras, que «había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos» (Esd. 7:10). Cuando llegó el séptimo mes, el pueblo se reunió en un lugar abierto y pidieron a Esdras que les enseñara a partir del Libro de la Ley. Durante todo el tiempo que les leyó y explicó, ellos permanecieron atentos y escucharon bien las palabras que les refirió. Como resultado ellos estaban muy arrepen­tidos y lloraron debido a la miseria causada por su rebelión y la de sus padres (ver Neh. 8:1-9).

Otro de los motivos por los que se entristecieron lo leemos en Esdras 3:12 y Hageo 2:3. Cuando compararon el nuevo templo, con el que había erigido Salomón, destruido a causa de sus infidelida­des, se dieron cuenta de su fracaso y lloraron angustiados. Esto tiene una aplicación muy clara para nosotros. Cuando el Espíritu Santo nos convence de nuestros errores y fracasos, nosotros, con corazones quebrantados, reconocemos nuestros pecados y defec­tos, y sentimos profundamente el dolor. También cuando compara­mos nuestra condición colectiva con la de los tiempos de los após­toles, o con los tiempos de avivamiento en la historia de la Iglesia, es natural que nos sintamos profundamente entristecidos. Pero este dolor no debe proseguir en nuestro estado. El dolor piadoso debe ser el comienzo de un avivamiento, jamás debe ser el obje­tivo. Nuestra fuerza es el gozo del Señor. Nehemías, guiado por el Espíritu Santo, expresó estas palabras registradas en el versículo de hoy. En ellas hallamos cuatro verdades preciosas que producen fuerza espiritual. Deseo que consideremos cada una de ellas en las meditaciones siguientes.

A. M. Behnam

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