El Señor Está Cerca

Día del Señor
20
Marzo

Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis.

(1 Corintios 11:26)

El significado de la cena del Señor

Es bueno traer a la memoria el significado de esta Cena, y qué es lo que hacemos cuando participamos de ella. Anunciamos la muerte del Señor. La muerte es algo horrible, y al hombre no le gusta pen­sar en ella. Para el hombre es el rey de los espantos; es la paga del pecado, el fin de todo el orgullo de la vida, el fin de la carne caída. Pero la muerte que anunciamos es la muerte del Señor –¡la muerte del Príncipe de la vida! Sí, Él estuvo aquí una vez, y el hombre lo llevó a la muerte, clavándolo en una cruz; y Él vendrá nuevamente para juzgar a los vivos y a los muertos.

Sin embargo, nuestros pensamientos fluyen sobre otra arista. Ellos comienzan con Dios el Padre, que nos ha capacitado para alimen­tarnos de la muerte, para encontrar nuestro sustento en ella, para tomarla y llevarla en nosotros continuamente. Sus pensamientos no son nuestros pensamientos, ni sus caminos nuestros caminos. El Hijo vino desde donde el Padre, como el don de Dios, para dar su vida. Nunca las maravillas de su Persona, tanto como Hijo de Dios como Hijo del Hombre, resplandecieron tan preciosamente. Como Hijo de Dios, Él cumplió los consejos de su Padre, llevó a cabo los planes de su Padre, aunque la muerte y el infierno se le resistieron.

El hombre como tal no puede alimentarse de la muerte, mucho menos de la muerte del Señor, el Príncipe de la vida. Pero un cre­yente sí puede. Podemos porque en su muerte hemos hallado nues­tra vida. En su muerte hemos hallado aquello en lo que podemos tener comunión con Dios acerca del pecado. Juzgamos que sola­mente Él pudo soportar su castigo; juzgamos que Él lo sufrió. Nos alimentamos de ella. Pensando con alegría cómo es que el juicio de Dios pasó sobre todo lo que éramos. La mesa es el único lugar que reúne a los hijos de Dios aquí sobre la tierra; y cada vez que partici­pamos de ella, nos alimentamos de la muerte. Pero esto no se limita a la mesa (2 Cor. 4:10). ¿Te alimentas diariamente de la muerte, haciendo de Su muerte tu comida?

G. V. Wigram

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