El Señor Está Cerca

Día del Señor
13
Marzo

Jesucristo Hombre.

(1 Timoteo 2:5)

Considerad a Aquel.

(Hebreos 12:3)

La fe está unida a una persona

La prerrogativa de nuestra fe cristiana, el secreto de nuestra fuerza es este: que todo lo que tiene, y todo lo que ofrece, se halla en una Persona. Esto es lo que ha hecho fuerte al cristianismo, mientras que muchas otras cosas han manifestado su debilidad. No trae sola­mente libertad, sino a un Libertador; no trae solamente redención, sino también a un Redentor. La fe es como la luz del sol, mientras que toda otra cosa comparada a ella es como la luz de la luna; por más justo que aquello otro pueda ser, es frío e infructuoso, mientras que bajo la fe –como bajo del sol– la vida y la luz son una sola cosa.

¡Qué diferencia entre someternos a un conjunto de reglas y ser atraídos por un amor que nos constriñe! ¡Qué diferencia entre acep­tar un sistema y aferrarse a una Persona! Esta es nuestra bendición: nuestros tesoros están conservados en una Persona. Él no fue un Maestro actual y un Señor vivo solo para una generación, y luego, para las siguientes generaciones, un gran Hombre que murió, ¡no! Él está siempre presente y vive por los siglos.

¡Así es! Y Aquel que vemos en los Evangelios es siempre el mismo, sea que lo escuchemos o lo veamos. Él es el Maestro y el Agente activo en todo momento. Y no se dejó nada a la imaginación de los escritores de los evangelios. Esto les da a sus relatos una sencillez y exactitud evidente, una autenticidad que se puede sentir fácilmente.

En sus relaciones con el mundo que lo rodeaba, vemos, al mismo tiempo, al Señor Jesús como un Vencedor, Varón de dolores, y Bien­hechor. ¡Qué glorias morales resplandecen en tal conjunto! Él venció al mundo, rechazando todos sus atractivos; Él sufrió de parte de él, testificando contra él; Él lo bendijo, dispensando, incesantemente, el fruto de su gracia y de su poder. Las tentaciones del mundo manifes­taron su carácter de Vencedor; Las contaminaciones y enemistades del mundo mostraron su carácter de Varón de dolores; las miserias del mundo desplegaron su carácter de Bienhechor. ¡Qué combina­ción tan preciosa se ve en Jesucristo Hombre!

J. G. Bellett

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