El Señor Está Cerca

Martes
1
Febrero

Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehova.

(Jonás 1:3)

El descenso de Jonás

En 2 Reyes 14:25 leemos que la frontera de Israel fue recuperada «conforme a la palabra de Jehová Dios de Israel, la cual él había hablado por su siervo Jonás hijo de Amitai, profeta». Qué solemne ver que aquel que era portavoz de Dios haya desobedecido su man­dato (Jon. 1:1-2). Si Tarsis estaba hacia el suroeste, como algunos sugieren, entonces era en dirección totalmente opuesta a Nínive. Jonás estaba tratando de huir de la presencia de Jehová, a pesar de las palabras de David: «¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?» (Sal. 139:7)

Al principio el viaje de Jonás parecía ir conforme a lo planeado: una embarcación estaba esperando, consiguió un boleto, y final­mente encontró un buen lugar donde dormir. Sin embargo, las cir­cunstancias pueden parecer engañosas. El verbo «descender» es utilizado dos veces para describir el camino que él estaba tomando. Él había descendido física y espiritualmente, pues le dijo a la tri­pulación (evidentemente pagana; v. 5) que estaba huyendo de la presencia de Jehová (v. 10). ¡Qué afrenta al Dios de Israel!

Sin embargo, los atributos divinos que Jonás quiso ocultar a los Ninivitas: que Dios es clemente, piadoso, lento para la ira y grande en misericordia (4:2), lo seguirían a las profundidades del mar y hasta el vientre del gran pez. Dormido ante el peligro que él y la tripulación enfrentaban, finalmente se despertó para descubrir que no podía esquivar a Dios, sino que debía postrarse ante su disposi­ción para bendecir (2:9). El apóstol Pablo hizo eco de las palabras del patrón de la nave: «Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo». Que podamos caminar con diligencia, «no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos… entendidos de cuál sea la voluntad del Señor» (Efe. 5:14-17).

Simon Attwood

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