Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos.
Puede que tus pecados sean incontables, la arena del mar puede ejemplificar bien el número de ellos, y puede que pensar en su gravedad y vileza te abrume; pero ten tranquilidad; tu Dios es paciente y desea obrar en gracia. Él puede decirte, tal como dijo su Hijo: «al que a mí viene, no le echo fuera» (Juan 6:37).
¿Cuántas veces no se ha abatido tu alma? ¿No has rechazado a menudo a tu Dios, de manera que Él podría justamente rechazarte y consumirte en su ira, como una rama seca y sin fruto (véase Juan 15:6)? ¡Oh, humíllate profundamente y suavízate a causa de tu culpabilidad, y resuelve dedicarte por completo a su servicio, sabiendo que cuando vayas a Él, Él no te echará fuera por nada del mundo! No te desanimes por tus defectos anteriores: tus pecados pueden ser grandes, pero la gracia de tu Salvador es mucho más grande.
Cuando pecas contra un ser humano tal como has pecado contra Dios, ciertamente la sentencia de los hombres ha de ser cruel (véase Prov. 12:10b). Cuando David tuvo la posibilidad de escoger, él dijo. «Caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas, mas no caiga yo en manos de hombres». David había conocido las misericordias de Dios. Él había cometido adulterio y luego había asesinado al esposo de aquella mujer, sin embargo, fue capaz de orar, diciendo: «Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí» (Sal. 51:1-3). ¡Y Dios no lo echó fuera!
J. R. Macduff
Con todos los desvíos que Tú en nosotros ves,
Los corazones fríos y cenagosos pies;
No cesas de cuidarnos, no dejas de acudir
Con cotidiana gracia los tuyos a servir.
Charles-François Recordon