El Señor Está Cerca

Sábado
25
Diciembre

Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño … Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.

(Lucas 2:8, 10-11)

Los pastores en el nacimiento de Jesús

El nacimiento de Salvador no fue anunciado por el ángel a los habi­tantes de Jerusalén, ni a los jefes de Belén. Los que recibieron pri­meramente la noticia fueron los pastores que guardaban sus reba­ños durante las vigilias de la noche. El Salvador había venido por todos los que iban a poner su confianza en Él, pero, al dirigirse a los pastores, el ángel subrayó que Él había nacido para ellos; y cada uno de nosotros puede decir: Él vino a esta tierra por mí.

El ángel agregó: “Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre” (Lc. 2:12). ¡Qué señal tan extraña para distinguir a Cristo el Señor entre todos los niños de Belén! ¡Él iba a estar acostado en un pesebre! Saúl, el primer rey de Israel, se distinguía porque “hombros arriba sobrepasaba a cualquiera del pueblo” (1 S. 9:2). Sin embargo, la señal distintiva de Jesús fue su extrema pobreza. En 2 Corintios 8:9, Pablo escribió: “Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”. Tal fue Aquel que estuvo en el pese­bre de Belén.

Los pastores se apresuraron y “hallaron a María y a José, y al Niño acostado en el pesebre” (v. 16). Luego de haberlo visto, ellos pro­clamaron lo que se les había dicho acerca de este Niño, y volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído. Aquel niñito que vino a ser nuestro Salvador atrajo sus miradas y se ganó sus corazones.

¡Gracias a Dios por su don inefable! (2 Co. 9:15)

G. André

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