El Señor Está Cerca

Viernes
17
Diciembre

Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

(Génesis 3:15)

Las armas de Satanás

Antes de pronunciar su juicio sobre el hombre (Adán y Eva), Dios pronunció, en presencia de ellos, esta asombrosa declaración. Pone ante nosotros el hecho de que Dios mantendrá su propia gloria, a pesar del mal que se ha introducido. El poder de Satanás, el ten­tador, será puesto a un lado, y su cabeza será quebrantada por la Simiente de la mujer. Satanás había obtenido una victoria sobre el hombre. A causa del pecado, el hombre deshonró y abandonó a Dios, y así cayó bajo el poder del diablo. ¿Permitirá Dios que esto sea para siempre? No; la Simiente de la mujer quebrantará la cabeza de la serpiente. “Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín” (Lc. 11:21-22).

El diablo logró subyugar al hombre bajo su poder, y sus armas, en las que confiaba, eran la desobediencia y la rebelión del hombre contra Dios—lo cual procura mantener en el corazón humano. Pero Dios envió a su Hijo a este mundo, quien fue “obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”. Este es el Hombre más fuerte que él, quien, por medio de una absoluta obediencia a Dios, le quitó las armas en las que confiaba.

Ahora, por medio de la gracia de Dios, cuando alguien se inclina a la autoridad de Dios (Dios manifestado en carne) y cree, obede­ciendo por la fe, en lo que Dios ha dicho acerca de Cristo en su Palabra, es librado del poder de Satanás, y ha vencido al maligno (1 Jn. 2:13).

W. M. Sibthorpe

Cristo el poder de Satán venció / Hecho pecado, el pecado quitó;
La muerte no lo pudo retener / Y así su aguijón sacó.

S. W. Gandy

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