La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la honra de los ancianos, sus canas.
(Proverbios 20:29 LBLA)
A lo largo del libro de los Proverbios, Salomón habla continuamente de los jóvenes y los ancianos. En este versículo, ambas generaciones son presentadas de una forma asombrosa. En la Palabra, los jóvenes a menudo representan la energía y vigor espiritual, mientras que los ancianos son figura de la sabiduría y la perseverancia, lo que se ve representado por las canas.
Leemos que Rut fue exhortada por Booz a ir y beber “del agua que sacan los jóvenes” (Rut 2:9 Trad. JND). En esta escena encantadora vemos la energía de los jóvenes puesta en acción para sacar agua de la fuente y ponerla en las vasijas. Los jóvenes son una figura de aquellos que el Señor ha capacitado para abrir la Palabra de Dios y dar refrigerio a los creyentes. Esto es cierto no solo figurativamente, sino también literalmente en la historia de la Iglesia. Los apóstoles eran jóvenes cuando el Señor los llamó, probablemente tenían entre 20 y 30 años. Vemos lo mismo en los grandes avivamientos de la era de la Iglesia. Las figuras más prominentes de estos movimientos fueron levantadas por el Señor cuando tenían entre 20 y 25 años. El apóstol Juan describe lo que caracteriza a los jóvenes: “Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno” (1 Jn. 2:4). Su ornamento es su fuerza, y la fuente de su fuerza reside en que la Palabra de Dios permanece en ellos.
La “honra”, “belleza” o “esplendor” de los ancianos, por otro lado, no es su fuerza, sino sus canas. Y es por eso que el apóstol Juan dice de los padres: “conocéis al que es desde el principio” (1 Jn. 2:13). Han conocido a Cristo—hay una historia entre sus almas y Él. Es posible que ni siquiera posean un don como los jóvenes, pero han caminado con Él—esta es su “honra”. ¡Ningún creyente, en su lecho de muerte, se arrepentirá de haber conocido a Cristo y de haber caminado con Él!
Brian Reynolds
