El Señor Está Cerca

Martes
30
Noviembre

Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda?

(Hageo 2:13)

Contaminación

La respuesta era precisa y afirmativa. Él que está contaminado transmite la inmundicia. “Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será. Y respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo” (v. 14). El mismo principio que se aplicaba a la condición de una persona inmunda, también se aplicaba a la nación de Israel y todo lo que tocaba. Todas sus obras y ofrendas eran inmundas. Antes de actuar u ofrecer algo, es necesario que haya una limpieza personal.

Todo esto está lleno de enseñanza espiritual para los días en que vivimos. La idea generalizada es que puedes limpiar el mundo si vas a él y te asocias con él; sin embargo, esto solo logrará que te con­tamines. Lo que el cristiano debe hacer, en medio de la confusión actual de la cristiandad, es limpiarse a sí mismo de los vasos de deshonra, y seguir la justicia y la paz “con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Ti. 2:20-22). En medio de la confusión actual de la cristiandad, no hay una instrucción más saludable que esta. Esta­mos llamados a separarnos de lo que deshonra al Señor y seguir lo que es bueno, con aquellos que buscan su gloria y su voluntad. El aislamiento está mal; pero separarse de lo que es malo a los ojos del Señor es una responsabilidad imperativa del cristiano, quien debe unirse con aquellos que lo invocan con un corazón limpio.

El pensamiento generalizado en la actualidad es que puedes beneficiar o arreglar lo que es malo si te asocias con él, pero es solamente una falacia que culminará en la desilusión, si es que no te arrastra a donde no querías estar. De hecho, en sí mismo, el prin­cipio no es nada más ni nada menos que dejar de lado a Dios. Es abandonar en la práctica su santidad, y nuestra obligación de andar como Cristo anduvo, bajo el pretexto de «hacer lo bueno». ¿Puede haber algo más desastroso?

W. Kelly

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