Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre … y hagámonos un nombre.
Este capítulo es de suma importancia para la mente espiritual. Se refiere a dos grandes hechos, a saber: la construcción de Babel y el llamamiento de Abraham; o, en otras palabras, el esfuerzo del hombre para proveer para sí mismo y la provisión de Dios dada a conocer a la fe; o el intento del hombre de establecerse en la tierra y el llamamiento que Dios dirige a un hombre para salir de ella, haciéndole hallar su parte y su hogar en el cielo.
“Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar … Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre” (Gn. 11:1-4). El corazón humano procura siempre hacerse un nombre, una porción y un centro en la tierra. Sus aspiraciones no se dirigen hacia el cielo, hacia Dios o hacia la gloria celestial. Librado a sí mismo, el hombre siempre hallará sus anhelos en este mundo inferior; siempre «edifica por debajo de los cielos»; se requiere el llamamiento de Dios, la revelación de Dios y el poder de Dios para levantar el corazón por encima de este mundo presente, porque el hombre es una criatura servil, ajena al cielo y aliada a la tierra.
En la escena que tenemos ante nosotros ni se conoce a Dios ni se le busca; el corazón del hombre no se preocupa de preparar puesto alguno donde Dios pueda morar—ni de juntar material para construirle una habitación. Lejos de ellos; ni siquiera se menciona el nombre de Dios. El hombre de la llanura de Sinar tenía el propósito de hacerse un nombre. Ya sea en la llanura de Sinar, ya sea en las orillas del Tiber*, lo vemos siempre exaltarse a sí mismo, excluyendo a Dios de todas partes y de todas las cosas; y entre sus propósitos, principios y caminos hay una melancólica consistencia. El hombre siempre buscará excluir a Dios y exaltarse a sí mismo.
C. H. Mackintosh
*El río Tiber es uno de los ríos más largos de Italia y en su cauce pasa por la ciudad de Roma.