Pues en cuanto Él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
En nuestras meditaciones anteriores, hemos considerado el asombroso pensamiento de que el Hijo de Dios se hizo Hombre para poder sufrir. Hemos visto primeramente que sufrió la muerte (v. 9) y, en segundo lugar, que fue hecho perfecto por medio de los sufrimientos para llegar a ser el Líder de nuestra salvación, llevando muchos hijos a la gloria (v. 10).
En Hebreos 2:18 podemos meditar en otro tipo de sufrimiento que Él soportó. El versículo 17 nos dice que Él debía ser en todo semejante a sus hermanos. ¡Qué gracia! Él vivió en este mundo, como tú y yo, para presentarse delante de Dios como un fiel y misericordioso Sumo Sacerdote que intercede por nosotros. Nadie puede entender mejor lo que estás atravesando que Él, quien, además, está intercediendo por ti ahora mismo. La palabra “tentado” en el versículo 18 puede traducirse como “probado”, e incluye el pensamiento de aquello que nos incita a pecar, como también de una prueba que podamos estar atravesando. Esto pone ante nosotros la perfección del Señor Jesús. Cuando fue tentado por el diablo en el desierto, la simple incitación a apartarse de la voluntad del Padre lo hizo sufrir. A diferencia de Él, nosotros tenemos una naturaleza pecaminosa que responde a tales incitaciones. Sin embargo, nuestro bendito Señor sufrió, siendo tentado, por lo cual es capaz de ayudarnos en la hora de la prueba y darnos victoria por su poder, utilizando la Palabra de Dios.
También podemos considerar al Señor Jesús en todas las pruebas que soportó en el camino. Experimentó estas pruebas para glorificar a Dios, y también para que fuese capaz de ayudarnos en nuestras pruebas.
En el versículo 10 vemos que sufrió para ser nuestro Líder. En el versículo 18 vemos que sufrió para estar de nuestro lado y ayudarnos en medio de nuestros sufrimientos. ¡Alabado sea su Nombre!
Kevin Quartell