El Señor Está Cerca

Jueves
11
Noviembre

Enviaron los hijos de Israel … a Finees hijo del sacerdote … y a diez príncipes con él … cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres … Los cuales fueron… y les hablaron … los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron y dijeron a los cabezas de los millares de Israel … Y Finees … y los príncipes … regresaron … a los hijos de Israel, a los cuales dieron la respuesta … y bendijeron a Dios los hijos de Israel; y no hablaron más de subir contra ellos en guerra, para destruir la tierra.

(Josué 22:13-15, 21, 32-33)

Josué (16)

Los guerreros de las dos tribus y media habían edificado un gran altar al borde del río, replicando el altar que estaba en el tabernáculo. Esto per­turbó grandemente al resto de las tribus, quienes sacaron sus propias conclusiones y se congregaron para batallar contra ellos. Pero, antes de hacerlo, enviaron una delegación, comandada por Finees, para que investigaran. El mismo Finees que anteriormente había mostrado su celo por el Señor (Nm. 25:7-8). Esta forma de actuar de parte de las tribus estuvo en directa relación con lo que Dios había instruido: “tú inquirirás, y buscarás y preguntarás con diligencia; y si pareciere ver­dad, cosa cierta, que tal abominación se hizo en medio de ti”, entonces “irremisiblemente herirás a filo de espada a los moradores de aquella ciudad, destruyéndola con todo lo que en ella hubiere” (Dt. 13:14-15).

Aunque la delegación tenía un pensamiento claro y se había expre­sado en términos muy duros, ellos estuvieron dispuestos a escuchar la explicación de las dos tribus y media. Luego de escucharlos, “les pareció bien”. Entonces volvieron a sus tierras e informaron a sus tribus, y bendijeron a Dios, dando el tema por solucionado.

Dios dejó este relato para nuestra enseñanza. ¿Actuamos basándo­nos en nuestras suposiciones, o comprobamos cuidadosamente las cosas? ¿Estamos dispuestos a escuchar las explicaciones que los demás dan para sus acciones, o argumentamos e insistimos según nuestras opiniones? ¿Buscamos la paz y la seguimos? ¿Agradece­mos a Dios cuando nos damos cuenta que los demás estaban en lo correcto y que nosotros habíamos sacado conclusiones erróneas?

Eugene P. Vedder, Jr.

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