El Señor Está Cerca

Martes
9
Noviembre

Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hom­bre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal … Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? … Y bendijo Jehová el postrer estado de Job más que el primero.

(Job 1:1, 9; 42:12)

Los fracasos del enemigo

Satanás entendía a Job. Conocía el funcionamiento de la natura­leza corrupta, la cual se había originado a partir de su mentira en el jardín del Edén. Él dijo: “¿Acaso teme Job Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor de él? ... extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti … Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida” (Job 1:9-10; 2:4). Satanás nos conoce demasiado bien y entiende nuestra forma de pensar y qué es lo que queremos, ¡qué pensamiento tan serio y terrible!

Sin embargo, aunque Satanás podía entender a Job, no enten­día a Dios. Los consejos de gracia estaban por sobre él. Y este es el motivo por el cual, en la historia de este mundo, siempre ha fracasado cuando pensaba que tenía ventaja sobre nosotros. Efec­tivamente, en todo lo que hace y propone hacer contra nosotros, él debe enfrentar a Dios.

Cuando Satanás se entrometió en el jardín y tentó a Adán, él se encontró con Dios para su propia confusión, y escuchó la promesa de Dios con respecto a su propio destino (Gn. 3:14-15). Cuando pro­vocó a David para censar al pueblo, la era de Ornán fue descubierta, y el lugar donde la misericordia triunfó sobre el juicio, se convirtió en el lugar donde se edificó el templo (1 Cr. 22:1). Cuando zarandeó a los apóstoles como el trigo, recibió de respuesta la oración de Jesús, y en lugar de una fe debilitada, los hermanos fueron fortalecidos (Lc. 22:31-32). Y, por sobre todo, cuando tocó al Señor Jesús en la cruz, la misma muerte que él utilizó, se convirtió en su propia destrucción, total y definitiva (He. 2:14).

J. G. Bellett

No temblamos ante Satán / Sus embates podemos resistir / Porque sabemos que condenado está / la Simiente su cabeza aplastará.

Martín Lutero (Traducción Literal)

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