Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos.
En la meditación anterior de esta serie, vimos que Aquel que es el Hijo de Dios (He. 1) se hizo Hombre (He. 2). En el capítulo 2 se nos dan diversas razones de por qué se hizo Hombre, pero en tres ocasiones se nos menciona que lo hizo para poder sufrir.
Consideramos en el versículo 9 sus sufrimientos expiatorios. Aquí, en el versículo 10, se nos presenta un tipo diferente de sufrimiento. El Señor Jesús se nos presenta como el Autor (Líder—NTV) de nuestra salvación. Esta parece ser una alusión al liderazgo de Moisés, y luego de Josué, que guiaron a los hijos de Israel por el desierto y los introdujeron en la tierra prometida. ¡Hoy tenemos un Líder que es mayor que Moisés (He. 3) y mayor que Josué (He. 4)! El Señor Jesús, nuestro gran Líder, ¡está llevando muchos hijos a la gloria! Sin embargo, hasta que llegue el día cuando lleguemos a la gloria, Él nos conduce a través del desierto. ¿Es fácil el viaje por el desierto? ¿Fue fácil para los hijos de Israel? No, ellos atravesaron muchas dificultades en el camino, y para nosotros es igual, pues a menudo enfrentamos dificultades y sufrimientos de diverso tipo.
¡Qué maravilloso que tengamos un Líder que comprende completamente todas las dificultades del camino! Él fue «perfeccionado» por estos sufrimientos. Aquí, la palabra «perfeccionar» nos da el pensamiento de estar calificado para llevar a cabo cierto oficio o posición. El Señor Jesús ha sufrido en este mundo para ser un Líder adecuado para nosotros en este mundo. ¡Animémonos! Cualquiera sean los sufrimientos que podamos estar experimentamos, tenemos un Líder que es capaz de conducirnos a través de ellos y llevarnos a la gloria, pues Él mismo sufrió cuando estuvo en este mundo.
Kevin Quartell
