El Señor Está Cerca

Lunes
1
Noviembre

Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas, y a la media tribu de Manasés, y les dijo: Vosotros habéis guardado todo lo que Moi­sés siervo de Jehová os mandó, y habéis obedecido a mi voz … Y bendiciéndolos, Josué los despidió, y se fueron a sus tiendas … Y llegando a los límites del Jordán que está en la tierra de Canaán… [las dos tribus y media] edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de grande apariencia.

(Josué 22:1-2, 6, 10)

Josué (15)

Habían pasado más de siete largos años desde que estos guerreros cruzaron el río Jordán para ayudar a sus hermanos israelitas a con­quistar la tierra prometida. Habían guardado su compromiso. Josué, bendiciéndolos y elogiándolos por su servicio fiel, los envió de vuelta a sus casas con muchas riquezas para sus familias, las que habían quedado en la posesión que habían escogido al lado oriental del Jordán. Lo hizo exhortándolos a permanecer cercanos al Señor y a sus mandamientos.

Sin embargo, ellos se detuvieron en el Jordán. Mirando hacia ade­lante, tuvieron miedo, pues se preocuparon por sus descendientes. En el futuro, ¿serían aceptados sus descendientes por sus herma­nos israelitas, o serían rechazados por el lugar donde vivían? No le preguntaron al Señor qué hacer, sino que decidieron edificar una gran e inmensa réplica del altar del holocausto que estaba en el tabernáculo de Jehová. Esto lo hicieron por iniciativa propia.

Anteriormente, estas dos tribus y media habían escogido para sí las tierras fértiles del oriente del Jordán, prefiriendo esto en lugar de la tierra que Jehová les daría al otro lado del Jordán. A menudo tomamos decisiones «de sentido común» en lo que respecta a asun­tos secundarios, tales como dónde vivir, qué oferta laboral aceptar, o incluso qué hacer con nuestro tiempo libre. Escogemos lo que cree­mos que nos beneficiará o lo que más nos gusta en lugar de bus­car y seguir la dirección del Señor. Lamentablemente, nos damos cuenta tarde de las consecuencias potenciales que estas decisiones traerán a nuestros hijos, y tratamos de prevenir estos resultados. ¿Buscamos los pensamientos de Dios en todo lo que hacemos?

Eugene P. Vedder, Jr.

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