He aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento.
Ya hemos mencionado que Pedro, Juan y Pablo, los tres grandes apóstoles del Nuevo Testamento, concordaron con los detalles acerca del “día de la eternidad” (el estado eterno). Pero también leemos que Isaías el profeta, el evangelista del Antiguo Testamento, concuerda asombrosamente con la doctrina del Nuevo Testamento. De hecho, lo menciona en tres ocasiones: en los capítulos 65:17; 51:6; 66:22.
1.- 65:17 — Isaías dice que la creación anterior no será recordada ni vendrá al pensamiento. Exactamente no sabemos qué recordaremos de este mundo cuando estemos en nuestra condición eterna y glorificada, pero una cosa es clara: ya no habrá ningún recuerdo doloroso, perdida o angustia (Ap. 21:4). Las palabras de Isaías también pueden entenderse en el sentido de que los cielos nuevos y la tierra nueva serán tan hermosos y gloriosos que no recordaremos la vieja creación, ¡pues no tendrá comparación!
2.- 51:6 — Aquí la profecía de Isaías declara que el primer cielo se desvanecerá como humo y la vieja tierra envejecerá como un vestido (ver también Sal. 102:25-28 y He. 1:11-12). Isaías concuerda absolutamente con el apóstol Pedro, quien escribió que “los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos” (2 P. 3:10). Algunos científicos creen que la tierra comenzó con un «big bang»; e independientemente de esto, ¡lo seguro es que finalizará con un gran «big bang»! Pedro utiliza esta verdad para exhortarnos a la santidad (v. 11).
3.- 66:22 — En realidad, esta es una promesa hecha a Israel de que tal como los cielos nuevos y la tierra nueva serán creados y permanecerán delante de Jehová, también permanecerá su descendencia. Sí, Él preservará a Israel para siempre, pero es maravilloso ver que la nueva creación es eterna. Nuestro hogar celestial jamás se desvanecerá, pues, de hecho, ¡estará en el “día de la eternidad”!
Brian Reynolds