El Señor Está Cerca

Miércoles
27
Octubre

¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos! Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

(Salmo 80:19)

La seguridad de la salvación

En este salmo, Asaf expresa el profundo deseo de los fieles en Israel: que Dios intervenga y se ponga entre ellos y los desoladores resultados de su propia desobediencia. No podían evitar comer el pan de lágrimas o sufrir el escarnio de sus enemigos. Si nosotros escogemos nuestros propios caminos orgullosos, en desobediencia a Dios, entonces también experimentaremos la falta de fuerzas para recuperarnos de las dolorosas consecuencias de nuestra necedad.

Solo hay un recurso. En tres oportunidades, el salmista le pide a Dios que haga resplandecer su rostro. Primero se le llama: “Oh Dios” (v. 3); luego, “Oh Dios de los ejércitos” (v. 7); y finalmente “Oh Jehová, Dios de los ejércitos” (v. 19). Como “Dios”, Él es infinitamente superior en eterna excelencia, majestad y supremacía. Como “Dios de los ejércitos”, Él es Aquel cuyas fuerzas son maravillosamente grandes en contraste con la debilidad del pequeño remanente de Judá. Sin embargo, como “Jehová, Dios de los ejércitos”, Él es Aquel que, con gracia sin igual, se relacionó con aquella nación indigna por medio de un pacto. Esta última súplica es hecha sobre este precioso fundamento.

Cuando Él estaba entre los querubines en el templo, no había res­plandor. Él permanecía en densa oscuridad (2 Cr. 6:1). Sin embargo, para que Israel fuera salvo, era necesario que Dios hiciera resplan­decer su rostro. Es maravilloso que hoy poseamos una respuesta a esto: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para ilumina­ción del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Co. 4:6). Él es el único gran Restaurador y su rostro resplandece sobre todos los que levantan la vista y reconocen a Jesús como “Jehová, Dios de los ejércitos”. Cuando se encuentren atravesando los horrores de la gran tribulación, los corazones de muchos en Israel serán avivados para clamar, con fe genuina, a Jehová, Dios de los ejércitos. Ellos también serán salvados por el resplandor del bendito rostro de Jesús sobre ellos.

L. M. Grant

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