El Señor Está Cerca

Viernes
22
Octubre

Por último, teniendo aún un hijo suyo, amado, lo envió también a ellos, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.

(Marcos 12:6-7)

La parábola de los labradores malvados

Esta parábola nos muestra el fracaso de Israel, pero, a su vez, el fra­caso del hombre puesto bajo responsabilidad. Sin embargo, todavía restaba una última prueba para ver si el corazón del hombre podía reaccionar. Hay un único Hijo (el Hijo amado), y Dios lo enviará, y si hay aunque sea un grano de bondad en los labradores, ellos cierta­mente reverenciarán al Hijo.

La venida del Hijo dejó de manifiesto el verdadero estado del cora­zón humano. A Israel le encantaría tener un reino sin Cristo, y los gentiles anhelan un mundo sin Dios. Y así como fue con los líderes de Israel, que dijeron: “Este es el heredero; venid, matémosle”, tam­bién sucede lo mismo con todo el mundo en la actualidad. Cada vez más, vemos que el hombre quiere sacar a Dios de Su propio mundo. El evolucionista lo quiere fuera de Su creación; el político quiere excluirlo del gobierno, y el progresista lo quiere fuera de la religión.

Por lo tanto, en este pasaje, se nos permite ver el verdadero carácter de la carne que está en nosotros. Este puede ser patrió­tica, social y religiosa, pero si se le concede forjar su propio camino, entonces matará a Cristo y lo sacará del mundo. Cristo—el Cristo de la revelación (porque la carne incluso inventa un Cristo según su propia imaginación)—es la verdadera prueba, y demuestra que, por más justas que parezcan a veces las apariencias externas de la carne, esta siempre estará en abierta oposición a Cristo.

Si la conciencia es tocada, pero no el corazón, entonces el hom­bre se exasperará. Es por eso que los malvados líderes del pueblo querían echar mano de Él, pero se vieron obstaculizados por su pro­pio orgullo, porque temían al pueblo. Así que lo dejaron y se fueron (v. 12). ¡Qué condición tan desesperanzadora la de aquellos que, deliberadamente, le dan la espalda a Cristo para seguir su propio camino!

Hamilton Smith

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