Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.
Hemos visto que el apóstol Pedro escribió acerca de los cielos nuevos y tierra nueva, sin embargo, Juan es quién da más detalles, diciendo que allí ya no habrá más mar. Esto nos muestra que el nuevo mundo que vendrá será completamente diferente al actual. El color de esta tierra es azul, pues cerca del 70% de su superficie está cubierta por los océanos. Nuestro mundo no puede sobrevivir sin los océanos, los cuales forman parte integral de lo que mantiene la vida, tanto en los sistemas atmosféricos como en los sistemas biológicos. La nueva creación tendrá un orden de cosas completamente diferente, algo que no podemos comprender ahora. Además, ¡este orden se nos describe en términos muy breves!
El significado moral de la expresión “el mar ya no existía más” es, primeramente, que no habrá más separación ni agitación. En los días antiguos, antes de la tecnología moderna para comunicarse y transportarse, sucedía que cuando alguien emigraba y cruzaba el océano, muy probablemente nunca volvería a ver sus seres queridos aquí en la tierra. Sin embargo, ¡eso nunca sucederá en nuestra morada celestial! No habrá distancia ni muerte que pueda separarnos unos de otros. De hecho, Juan continúa diciendo: “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (v. 4).
El mar también simboliza la agitación y turbulencia generada por el pecado. Tal agitación jamás estropeará aquella escena, y por una razón muy simple: ya no habrá más pecado; su presencia habrá desvanecido para siempre. Estaremos en nuestro cuerpos glorificados y libres de pecado, “como Cristo”, pues estaremos allí como parte de su nueva creación, y a diferencia de la primera creación, estaremos en una condición incorruptible. Además, es el día eterno “pues allí no habrá noche” (Ap. 21:25).
Brian Reynolds