La paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos … todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él.
Los cristianos están llamados a ser agradecidos y a dar las gracias. Muchos no somos lo suficientemente agradecidos como deberíamos. Ser realmente agradecidos no es algo que surja de forma natural. Esta carencia es una de las características de los incrédulos. “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias” (Ro. 1:21).
Necesitamos cultivar un espíritu agradecido. Quizás lo primero por lo que podemos darle gracias es “por su don inefable”—el don de la gracia de Dios, el cual se reveló plenamente en Jesucristo el Salvador (2 Co. 9:15). También podemos agradecer a Dios por la victoria que tenemos por medio de nuestro Señor Jesucristo. “Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento” (2 Co. 2:14). También se nos dice que debemos dar gracias por todo y en todo. “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Ef. 5:20). “Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús” (1 Ts. 5:18).
Como pueblo redimido tenemos todo tipo de razones para ser agradecidos. Aunque el apóstol Pablo sufrió mucho por el nombre de Cristo, leemos una y otra vez su carácter agradecido, siempre dando gracias a Dios. Sigamos su ejemplo.
Si aún no has recibido el don inefable de Dios, el Señor Jesús, como tu Salvador, entonces puedes dar gracias a Dios porque aún vives en el tiempo de la gracia. Hoy puedes ser salvo, solo debes creer en el Señor Jesucristo. Mañana puede ser demasiado tarde, “porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 6:23).
P. E. Hall