Voz del Señor sobre las aguas. El Dios de gloria truena, el Señor está sobre las muchas aguas.
(Salmos 29:3 LBLA)
¡Cuán sublime es el salmo 29! ¡Inmensas son las siete declaraciones en cuanto a la “voz del Señor”! Nos muestra el poder, la majestad y la fortaleza de Dios, y finaliza diciendo: “El Señor dará fuerza a su pueblo; el Señor bendecirá a su pueblo con paz” (v. 11 LBLA). ¡Qué maravilla saber que los creyentes tenemos de nuestro lado a este gran y glorioso Dios! ¡Qué bendición saber que siempre seremos suyos, de manera que cuando escuchamos el rugido del mar o la furia del viento en los árboles, podemos reconocer la voz de Aquel que es nuestro Padre! Qué dulce saber que es la voz de Aquel que cuida de nosotros.
¡La voz de Dios! ¿No se emocionan nuestras almas tan solo con pensar en ella? Somos tan pequeños, tan insignificantes, sin embargo, tenemos relación, por gracia, con Aquel cuya voz hace temblar los cielos y la tierra. Las ovejas siguen al Pastor porque “conocen su voz”; “mas al extraño no seguirán”, sino que “huirán de él”, incluso si se les acerca con palabras persuasivas. La dulce voz del pastor dijo: “¡Lázaro, ven fuera!”; es la voz del poder infinito que resucita a los muertos. Fue Él quien dijo a la iglesia en Laodicea: “si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”. ¡Oh, el gozo de tal comunión “con el Padre, y con su Hijo Jesucristo”! Ciertamente, no puede haber nada más dulce en la tierra—¡y nada la sobrepasará en el cielo!
La creación está marcada completamente por Su poder, majestad y divinidad, ¡y nos lleva a adorarlo, sin embargo, como versa un himno: «¡Cuán maravillosa tu grande creación! Mas ¡oh qué asombrosa es tu redención!» Podemos escuchar el acento de su amor en su voz, y nuestros corazones buscan responder a aquel amor, lo cual hacemos débilmente, pero con sinceridad; ¡nuestro amor responderá con una alabanza que aumentará por la eternidad!
H. L. Rossier