Jesús, Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.
¿Cómo sabe el creyente que está justificado? Una cosa es clara: ¡no mirando a sus sentimientos! Sus sentimientos son tan cambiantes como el viento. Tampoco mirando a sus oraciones, o sus buenas obras: todo lo que hace está marcado por el pecado. Si mira a sí mismo en algún aspecto, entonces no encontrará nada que le asegure un terreno claro de seguridad en cuanto a su justificación— jamás encontrará algo que le señale que está completamente liberado del pecado y que nada le será imputado. Entonces ¿cómo puede un pecador saber si está justificado? Bueno, quizás te asombres de la simple, aunque certera, respuesta del creyente: Cristo ha resucitado.
Pero tal vez preguntarás: «¿Qué tiene que ver eso con la justificación de un creyente?» Pues todo. “Si Cristo no resucitó…aún estáis en vuestros pecados” (1 Co. 15:16). Un pecador redimido conoce y cree en el amor de Dios, quien envió a Jesús para que fuera su garante y representante. Sus ojos han sido abiertos para ver a Jesús cargando sus pecados en Su cuerpo sobre el madero. Sabe que la sangre de Jesús, que es su garantía, ha satisfecho completamente todas las exigencias de la santidad divina. Ahora puede decir: «Tan cierto como el hecho de que Jesús fue condenado en mi lugar, que fue entregado a la muerte por mis pecados; tan cierto como el hecho de que Dios trató con Él en la cruz como el garante por mis pecados, así de cierto es el hecho que Dios lo resucitó de entre los muertos para mi justificación». Además, Cristo no poseía ningún pecado por el que morir, así que su muerte fue completamente por nosotros. Por lo tanto, tampoco tenía ningún pecado que necesitara justificarse, de manera que su resurrección también fue totalmente por nosotros. Él murió como nuestro garante y resucitó de entre los muertos como nuestro representante, de manera que todo lo que Dios hizo con Cristo en la cruz fue a nuestro favor; y todo lo que Dios hizo con Cristo en su resurrección, lo hizo por nosotros como nuestro representante. ¡Cristo ha resucitado!
C. Stanley