Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía. Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.
El enaltecimiento es un peligro real, pero este incidente nos muestra otra trampa: el peligro de exaltarse en grupo. Juan dijo: “Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos seguía”. Ellos habían acabado de fallar, debido a su falta de oración y ayuno, en echar fuera a un demonio. Pero le prohibieron a alguien hacer lo que ellos no habían podido, simplemente porque no los seguía. En su respuesta, el Señor expresa que, por sobre todas las cosas, Él valora la relación del discípulo con Él. Puede ser cierto que aquel hombre no tenía la fe para identificarse con los discípulos, quienes seguían abiertamente al Señor; pero, si él pudo hacer un milagro en el nombre de Cristo, entonces era evidente que valoraba aquel nombre y que no hablaba con ligereza de Él.
El mundo había rechazado a Cristo de forma tan absoluta que, en este contexto, solo podía haber opositores a Él. Si había alguno que no estuviera en contra de Cristo, entonces debía pertenecer a quienes estaban de su lado, incluso si carecían de fe para identificarse públicamente con Él. Juan había dicho que los tales no están «con nosotros», pero, incluso si ese fuera el caso, el Señor pudo decir que no están “contra nosotros”. Los discípulos le estaban dando demasiada importancia a la miserable palabra “nosotros” (la débil y pequeña compañía reunida en torno a Cristo), y poca importancia a Cristo (la gloriosa Persona en torno a quien estaban reunidos). El Señor les recuerda que su Nombre lo es todo. La acción más pequeña, como dar un vaso de agua fría a alguien que pertenece a Cristo, si es hecha en su Nombre, no quedará sin recompensa.
Hamilton Smith
