¡Salta, oh pozo! A él cantad. El pozo que cavaron los jefes, que los nobles del pueblo hicieron con el cetro y con sus báculos.
El “pozo” es figura de Cristo en la Palabra de Dios; una vasta fuente que una vez estuvo cubierta por manos de «filisteos» (cf. Gn. 26:15- 18)—quienes no permitieron que el pueblo de Dios disfrutara de sus bendiciones en Cristo. Hoy en día también hay filisteos. Utilizan la ignorancia para que el pueblo de Dios no pueda ver, y así tengan control sobre ellos.
Estoy agradecido de los “jefes” y “nobles” de los días pasados— hombres de Dios que “cavaron” el pozo para que podamos beber profundamente de Cristo y entrar en el gozo de las bendiciones que nos han sido dadas por la gracia soberana de Dios. Ellos arriesgaron sus vidas para hacer esto. Enfrentaron la persecución, e incluso la muerte, pero nos dejaron un legado maravilloso: un mejor entendimiento de la Palabra de Dios. Digo esto, obviamente, sin olvidar que ellos lo hicieron en total dependencia del Espíritu Santo, el supremo Profesor. Por lo tanto, debemos acordarnos de nuestros guías, quienes nos enseñaron la Palabra de Dios, siguiendo el ejemplo de su fe y conducta (He. 13:7).
Como Israel, nosotros también podemos cantar, pues disfrutamos de Cristo por el Espíritu que mora en nosotros. Podemos recordar lo que el Señor le dijo a la mujer samaritana: “el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Jn. 4:14). Instado por su gozo en el Señor, Israel pudo avanzar y progresar en su travesía por el desierto.
Richard A. Barnett
Tú eres el blanco en la carrera,
Jesús, y hacia Ti y va el corazón;
Celica fuente, fiel dadera
De vida, y pan que de Él viviera
Tu grey, que a Dios da su adoración.
G. Kaufman