Si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Amigos míos, ¿pueden, justo ahora, decirle al Señor Jesús: «Señor,ven»? Quizás algunos dirán: «¡Oh, pero eso sería algo muy serio!». Si esa es tu respuesta, probablemente se debe a que no estás preparado. Pero ahora le pregunto a los que sí están preparados: ¿No te gustaría estar con tu bendito Salvador? Tú, que amas al Señor Jesús, ¿no te gustaría estar con Él? Eso es justo lo que nuestros corazones esperan. Obviamente, siempre refiriéndonos a quienes lo aman.
El regreso inmediato del Señor Jesús es, para el corazón que conoce y ama a Cristo, un tema bello y sublime. Además, de una u otra forma, y casi en todo el Nuevo Testamento, la venida del Señor Jesús se nos presenta con ese carácter. En cada parte del Nuevo Testamento, la verdad de la segunda venida de Cristo se nos presenta como lo siguiente que viene para el creyente, sin ningún acontecimiento específico en el intermedio.
El Señor desplegó esta verdad de la forma más simple y dulce cuando estaba a punto de dejar esta tierra: “vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Ahora bien, la gente dirá: «pensé que este versículo hablaba de la muerte». Pero la muerte no se ha ido. «No», quizás responderán, «pero pensé que hablaba de la venida del Señor por el creyente cuando este muere». El creyente tiene el bendito consuelo de que pasará a la presencia del Señor. Esto último es un tema precioso, pero no dice relación con el versículo que estamos considerando. Allí el Señor dice: “Si me fuere…vendré otra vez”. La verdad es esta: hay un hogar comprado por sangre, una esfera de luz y gloria en la casa del Padre en lo alto; y en el momento adecuado, Él vendrá para arrebatar a los suyos—resucitar a los muertos, transformar a los vivos, y entonces todos estaremos con Él, hechos semejantes a Él para siempre. Esta es la esperanza del cristiano.
W. T. P. Wolston