Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
En la Palabra, los montes frecuentemente nos hablan de dominio, poder y autoridad. En el mundo venidero, Dios establecerá su Rey en “Sion, [su] santo monte” (Sal. 2:6) y “el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes” (Is. 2:2). En el versículo de hoy se nos dice que el Señor subió “al monte” (no «un monte»), y esto tiene un motivo. Aun cuando no seamos capaces de identificar específicamente qué monte es, podemos ver que este representa la autoridad del Rey. Solo un Rey califica para el puesto, y Dios tiene en mente solo un reino y autoridad. Aunque el tiempo del establecimiento público de este reino aún no ha llegado—el Rey ya ha venido. El “monte” representa esto, porque donde está el Rey, allí está el reino.
Así que leemos que Él “subió” y se sentó; entonces, “vinieron a Él sus discípulos”, ¡a Aquel que tiene todo poder y es el Centro de atracción! “Y abriendo su boca, les enseñaba” (Mt. 5:2). El Rey es el Maestro que muestra en su vida las cualidades que Él quiere ver en sus seguidores. El sermón del monte resume las características que Dios desea ver en los discípulos que siguen al Rey conforme al corazón de Dios, mientras viven en un mundo que se opone a Él. El Rey también desea ver estas cualidades en sus discípulos, quienes deben aprender de Él, sometiéndose a su autoridad moral (Mt. 11:29).
En el monte de la enseñanza, en un mundo que lo rechaza, el Rey prepara a sus discípulos, enseñándoles cómo estar en armonía con Dios y recibir bendición. En el sistema religioso, político y social que rige mundialmente, y que se opone a Él, los discípulos deben desplegar los caracteres morales del Rey. De esta forma, son un testimonio, apuntando a lo que vendrá, cuando estos rasgos caracterizarán al mundo venidero, cuando todo estará en armonía con Dios y sus derechos, y con su Mesías. ¿Y qué hay de ti el día de hoy?
Alfred E. Bouter