El Señor Está Cerca

Lunes
6
Septiembre

Vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo: Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro? Pero Jesús … dijo … No temas, cree solamente.

(Marcos 5:35-36)

Confiar plenamente en el Señor

Podemos imaginarnos en parte los pensamientos que abrumaron el corazón de Jairo cuando recibió la información de que su hija había muerto. Había ido al Señor Jesús, pues sabía que Él era capaz de sanarla. Incluso el Señor iba camino a su casa, pero hubo un retraso. Había surgido otra necesidad, una mujer que necesitaba ayuda des­esperadamente.

Por doce años, esta mujer había buscado ayuda de los médicos, pero nadie había podido ayudarla. Cuando el Señor pasaba por ahí, ella por fin vio una oportunidad de ser sanada. Y tocando su manto, ¡se sanó! ¡Qué poder hay en el Hijo de Dios! Entonces el Señor la hizo salir de en medio de la multitud y le dijo que su fe la había sanado. ¡Qué maravilloso que su poder esté acompañado por tales palabras de gracia!

¿Jairo se enojó o impacientó por el retraso? No lo sabemos, pero cada uno de nosotros sabe cómo reaccionamos a menudo ante las demoras. Por las palabras que el Señor le dijo, pareciera que, al enterarse de la muerte de su hija, sus esperanzas se habían des­vanecido. Él creía que el Señor Jesús era capaz de sanarla, incluso había sido testigo ocular de la sanación de la mujer que había tocado su manto. ¿Pero quién tenía la solución ante el poder de la muerte? Las palabras del Señor fueron: “No temas, cree solamente”. ¡¿Qué?! ¿Había aún esperanza donde todo parecía perdido? Sí, porque la bendita Persona que iba en ayuda de Jairo no era simplemente un sanador, sino el mismo Hijo de Dios, Aquel que es la resurrección y la vida (Jn. 11:25), y Aquel que pudo decir a Jeremías: “He aquí que yo soy Jehová … ¿habrá algo que sea difícil para mí?” (Jer. 32:27).

Querido lector, ¿te encuentras en una situación que parece no tener salida? ¿Te has desalentado por la demora? ¡Recuerda que Aquel que resucitó a la hija de Jairo sigue siendo el mismo en el día de hoy (He. 13:8)!

Kevin Quartell

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