Jehová Dios de los ejércitos, oye mi oración; escucha, oh Dios de Jacob. Selah.
Jacob tuvo muchas luchas. Es verdad que él poseía una fe genuina en el Dios vivo, pero también tenía una naturaleza vigorosa con una tendencia a hacer las cosas a su manera. Su historia nos muestra un largo y sinuoso camino, con muchos giros y curvas. Sus pruebas fueron variadas y profundas, capaces de pulverizar a cualquier persona promedio. Sin duda alguna, la mano amorosa de Dios y su disciplina marcaron su camino, hasta que al final de su vida esta produjo “fruto apacible de justicia” (He. 12:11). ¡Cuán dulce verlo al final de su vida como un adorador (He. 11:21)!
Lo más precioso es que Dios tomó para sí el nombre de Jacob—¡Él es el “Dios de Jacob”! Este es un nombre divino utilizado una y otra vez en el Antiguo Testamento. Es verdad, Él también es el “Dios de Abraham” y el “Dios de Isaac”, pero es llamado muchas más veces el “Dios de Jacob” que por el nombre de aquellos otros patriarcas. Solamente en los salmos, Él es llamado el “Dios de Jacob” en trece oportunidades. Ahora bien, cuando consideramos el carácter natural de Jacob, así como la historia de su vida, es maravilloso ver la gracia de Dios al llamarse a sí mismo el “Dios de Jacob”.
El versículo de hoy es un ejemplo asombroso de esto. Es especialmente conmovedor porque está asociado con otro nombre divino: “Jehová de los ejércitos”. Este nombre significa que Jehová es el Dios sobre todos los ángeles, los cuales son “poderosos en fortaleza” (Sal. 103:20). Él también es Dios sobre los billones de cuerpos celestes en el espacio exterior; a todos “les pone nombre” (Sal. 147:4-5 LBLA). Dios es el soberano creador y sustentador de los ángeles y las estrellas, porque “Él hace según su voluntad en el ejército del cielo” (Dn. 4:35). Sin embargo, se asocia con su débil pueblo. Se identifica con el “gusano de Jacob” y pudo decir, cuando sufría por nuestros pecados en la cruz: “yo soy gusano, y no hombre” (Sal. 22:6; cf. Is. 41:14). Él es el “Dios de los ejércitos”, pero también es el “Dios de Jacob”—¡nuestro Dios!
Brian Reynolds