Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta.
La epístola a los Hebreos tiene un solo tema: Jesús. Basado en quien es Él y en lo que ha hecho, el Señor Jesús se ha convertido en nuestro gran Líder, ahora y para siempre. En el mundo venidero, Él será el Líder de su pueblo terrenal y de todas las naciones. Hoy, Cristo es nuestro líder, y Él nos conduce a través de este mundo, aunque este sea un gran desierto. Todo lo que necesitamos es fe, sumisión y amor por Él mientras nos conduce dentro del santuario, a los lugares celestiales, donde lo vemos coronado de gloria y honor.
Además, Él nos conduce fuera de la puerta. ¿Por qué? Se suponía que “el campamento” era santo y puro, pero el Santo de Dios fue expulsado fuera de su puerta, y el campamento se convirtió en un lugar sobre el cual se derramó la ira de Dios (inicialmente en el año 70 DC). En la cruz, Cristo fue la Víctima del “gran día de la expiación” (Lv. 16), y su obra logró la santificación del pueblo de Dios. Esto aplica a los creyentes de entre los judíos y los gentiles, pero también al Israel restaurado del futuro. Cuando padeció “fuera de la puerta”, Cristo derramó su propia sangre, no la de los animales. Él fue la ofrenda por el pecado, representado en los sacrificios de animales cuya sangre era llevada dentro del lugar santo, mientras que sus cuerpos eran quemados hasta las cenizas fuera del campamento.
El hecho de que Dios haya aceptado la sangre dentro del velo, implica que los creyentes son aceptados allí; fuera del alcance del juicio de Dios que ha sido ejecutado. Pero los que están dentro del campamento aún se encuentran bajo el juicio de Dios; el único lugar seguro es salir a Él, fuera del campamento. Jesús es nuestro Líder, quien conduce a los verdaderos creyentes fuera del campamento. Esto aplica al campamento que Dios dio en el pasado y que rechazó al Hijo de Dios, así como a cualquier campamento religioso hecho por el hombre. El único lugar seguro es con Él, en un lugar santo, fuera del campamento, pero llevando su vituperio, ya que Él aún sigue siendo rechazado en este mundo (He. 13:13).
Alfred E. Bouter