El Señor Está Cerca

Martes
10
Agosto

Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote … Y después del bocado, Satanás entró en él.

(Juan 13:26-27)

Endurecimiento progresivo

El corazón del hombre necesita amar algo. Consideremos el camino de Judas: ¿qué hizo que se descarriara? El amor al dinero—un mal bastante común. Pero observemos el progreso de la natura­leza corrupta; una pequeña circunstancia, como la relatada en Juan 12:3-6, puede ayudarnos a ver la conexión. Allí vemos como Sata­nás le sugirió a una forma de gratificar su codicia. Pero continúa, ¿y cuál es el siguiente paso? Satanás puso en su corazón el traicionar a su Maestro. Y Judas estuvo de acuerdo—quizás pensando que Aquel bendito podría escapar de alguna manera, tal como lo hizo en otras ocasiones, y que él obtendría su dinero. El hombre siempre encontrará excusas a sus necedades.

El pecado progresa en una mente contaminada, dando paso a la hipocresía. Judas se sentó a la mesa con Jesús manteniendo así su apariencia religiosa, incluso después de haberlo vendido. Sin embargo, Satanás no entró en él hasta “después del bocado”. Su corazón estaba endurecido, incluso ante los sentimientos naturales. Así que aquí vemos el progreso de la naturaleza corrompida, dirigién­dose directo a su temible consumación. Primero, codicia; segundo, una forma de gratificarla en su servicio de tesorero; todo esto va de la mano con su religiosidad, en compañía misma de Cristo, día tras día; tercero, él es conducido al punto final de su crimen, en momentos y circunstancias de extrema bendición para un verdadero discípulo; cuarto, el corazón se endurece, a tal punto que su traición se consuma con un beso. El pecado y la religiosidad van de la mano.

Lo volvemos a repetir, y aquí (en Judas) tenemos una ilustra­ción de lo que queremos decir: cuando el poder de la piedad está ausente, el ocuparse de las cosas de Dios es extremadamente peligroso. Satanás no viene de repente y dice: «Quiero alejarte de Dios». Usualmente trabaja introduciendo cosas que alejan de la sim­plicidad y dependencia en la muerte de Cristo (solo hay “apariencia de piedad”), y así logra que algunos caigan en sus trampas.

J. N. Darby

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