Mis delicias son con los hijos de los hombres.
Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento.
Si queremos conocer los pensamientos de Dios para con nosotros, debemos mirar hacia atrás, incluso antes de que la tierra existiera y antes de la existencia del primer ser creado. Entonces, en aquella insondable eternidad, Él miro a través del tiempo, incluso más allá de la eternidad venidera, y vio una gran multitud según el propósito de su propio corazón, y, al mirarlos, pudo decir: “Mis delicias son con los hijos de los hombres”.
Con nosotros tiene su contentamiento. Por eso, y para ganar nuestros corazones, se convirtió en un Hombre pobre y solitario, un Hombre que se cansaba y tenía sed. Con nosotros tiene su contentamiento y, por lo tanto, sufrió, sangró y murió para hacernos semejantes a Él. Con nosotros tiene su contentamiento y, por lo tanto, viene otra vez para recibirnos a sí mismos, para que donde Él está, nosotros también estemos. Es como si dijera: «Deseo tenerlos cerca. Puedo prescindir de sus bienes, sus habilidades, e incluso de su servicio, pero no puedo prescindir de ustedes. Este deseo es tan profundo que me convertí en un Hombre pobre para ganar su corazón; morí para hacerlos semejantes a mí. Deseo tenerlos cerca, por eso pronto iré a buscarlos para que estén conmigo». A medida que entramos en sus pensamientos hacia nosotros podemos exclamar con gran alegría: “Yo soy de mi amado, y conmigo tiene su contentamiento”.
Hay un hogar en la gloria que espera por mí, y un Hombre en la gloria que desea que yo esté allí. “Conmigo tiene su contentamiento”. Tanto es así, que en los días de su carne, Él lloró y oró por mí; sufrió y murió por mí. Todos los días de mi peregrinación, Él vive por mí, y pronto viene por mí. Cuando me tenga allí, semejante a Él, recién entonces se complacerán los deseos de su corazón hacia mí. “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (Is. 53:11). “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria” (Jn. 17:24).
Hamilton Smith