El Señor Está Cerca

Viernes
6
Agosto

Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación.

(Efesios 2:14)

Perdonar

Hace poco oí una historia muy bella. Un evangelista se encontraba predicando en un lugar inhóspito. Dentro de las personas que escu­chaban el mensaje había dos jóvenes armados y peligrosos, feroces enemigos entre sí, pero ninguno sabía que el otro también estaba presente. Cuando el predicador terminó el mensaje, hizo una invi­tación a quien quisiera acercarse para orar por ellos. Uno de estos jóvenes pasó adelante y se arrodilló en un extremo, mientras que el otro hizo lo mismo, pero al lado opuesto. El evangelista se acercó al primero, oró con él, y le pidió su pistola. Luego oró con el otro y tam­bién le quitó su arma. Al levantarse, los dos jóvenes se vieron entre sí, e instantáneamente comenzaron a acercarse. Por un segundo la audiencia contuvo la respiración. Sin embargo, ¡los dos hombres se abrazaron, pues desde ese día eran hermanos en Cristo!

La mayoría de los problemas entre nosotros se resolverían si nues­tros corazones estuvieran en buena condición delante del Señor. Cuando un verdadero avivamiento comienza en el corazón de una persona, este lo guiará en amor. Somos orgullosos y obstinados por naturaleza, pero a los pies de la cruz encontramos el amor de Jesús y la capacidad de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y así cumplir la ley de Dios.

Pablo nos exhorta lo siguiente: “Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Ro. 12:18). Y una vez más: “sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edifica­ción” (Ro. 14:19). Si no aprendemos a perdonar, es como si dejá­ramos que una herida supurativa y la infección se extendiera por el resto del cuerpo. Así luce un espíritu no perdonador, y es el motivo por el que se nos dice: “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” (He. 12:14-15).

Tim Hadley Sr.

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