Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace. ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?
Como cristianos no andamos en busca del cumplimiento de algunos eventos, sin embargo, eso no significa que no meditemos en las cosas que acontecen debajo del sol. Muchos de los eventos que se desarrollan a nuestro alrededor en la actualidad nos hablan de los juicios que pronto vendrán. El tiempo de la paciencia de Dios hacia el mundo impío, el cual rechaza a Cristo, rápidamente se acerca a su fin. Entonces Dios preparará el escenario para el reino glorioso de Cristo, cuando todos sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
Ahora bien, la pregunta es esta: ¿discernimos los tiempos? ¿o somos como aquellos que el Señor llama hipócritas en este pasaje— bien informados y astutos en todo, excepto en el entendimiento de la voluntad de Dios para nosotros? Ya que sabemos que este mundo pronto será juzgado, ¡qué clase de personas deberíamos ser (cf. 2 P. 3:11)! No solo debemos caminar en separación de este mundo, sino que también debemos ser vistos como testigos fieles.
No estaremos aquí por mucho tiempo. Pronto el Señor vendrá para llevarse a todos los verdaderos cristianos de este mundo. Sentimos la necesidad de mantenernos despiertos y vivir nuestro verdadero llamamiento celestial. Si actualmente no vivimos en la expectación de la venida de nuestro Señor, se debe principalmente a que nos hemos vuelto tibios—nuestros afectos están puestos en otras cosas. ¡Qué triste sería si Cristo nos encuentra en tal estado cuando venga! No durmamos como los demás, ¡pues “aquí viene el esposo; salid a recibirle!”
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día” (Ro. 13:11-12).
Jacob Redekop