Envió un varón delante de ellos; a José, que fue vendido por siervo … Hasta la hora que se cumplió su palabra, el dicho de Jehová le probó.
(Salmo 105:17, 19)
La historia de José nos provee de uno de los tipos más preciosos del Señor Jesucristo en todo el Antiguo Testamento. De principio a fin es un retrato pintado con los vivos colores de la historia de los patriarcas, y con el pincel de uno que sufrió injustamente, pero que por la providencia de Dios recibió el gobierno sobre todas las cosas.
En el salmo 105, el Espíritu de Dios añadió algunos trazos más a ese lienzo, aumentando así el relato que encontramos en Génesis con algunos detalles conmovedores. En primer lugar, vemos que José no fue una víctima, sino un instrumento para cumplir el propósito soberano de Dios: “Envío un varón delante de ellos”. Sí, sus hermanos lo rechazaron, lo trataron injustamente y lo vendieron como esclavo. Pero Dios, que conoce el fin desde el principio, ordenó que debía ser así para salvar del hambre a su pueblo y a otras naciones. José reconoció esto cuando le dijo a sus hermanos: “Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para … mantener en vida a mucho pueblo” (Gn. 50:20). De forma similar, los hombres actuaron perversamente contra Cristo, sin embargo, el propósito divino de la redención se cumplió: “a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole” (Hch. 2:23).
También hay una lección para nosotros. Las cosas pueden parecer oscuras, prueba tras prueba sin final a la vista. Sin embargo, como hijos de Dios, sabemos que los propósitos de Dios obran para nuestro bien. Hasta que la palabra de la promesa se cumplió, “el dicho de Jehová le probó”. En sus sueños, Dios le había dicho que iba a reinar, ¡pero solamente había visto las paredes de una cisterna y una prisión! Aunque sufrió grandes pruebas, su exaltación llegaría en el tiempo señalado por Dios—¡y sucederá lo mismo con nosotros!
Brian Reynolds