El Señor Está Cerca

Lunes
19
Julio

Los hijos de Israel lo hicieron así como Josué les mandó: toma­ron doce piedras de en medio del Jordán, como Jehová lo había dicho … y las pasaron al lugar donde acamparon, y las levantaron allí. Josué también levantó doce piedras en medio del Jordán, en el lugar donde estuvieron los pies de los sacerdotes que lleva­ban el arca del pacto; y han estado allí hasta hoy.

(Josué 4:8-9)

Josué (4)

¡Había llegado el tan anhelado día! Aunque el Jordán se desbor­daba, Israel lo había cruzado. El arca, cargada sobre los hombros de los sacerdotes, había cruzado delante del pueblo a una distancia de 2000 codos de ellos. Cuando los sacerdotes pusieron sus pies sobre la orilla del Jordán, las aguas que venían de arriba se detuvie­ron como en un montón bien lejos río arriba, lo que permitió que todo Israel cruzara sobre tierra seca.

¡El pueblo jamás debía olvidarse de este maravilloso evento! Dios instruyó a Josué que escogiera a doce hombres, uno de cada tribu, para que tomaran una piedra desde el lugar donde los sacerdotes habían permanecido de pie con el arca, justo en medio del río. Estas piedras debían ser levantadas como un memorial, justo en el lugar donde Israel pasaría aquella noche. Dios quería que, llegado el momento, los niños preguntasen cuál era el significado de las pie­dras, para que así sus padres les contaran cómo Dios había introdu­cido a sus ancestros en la tierra, cruzando el río.

Esto también tiene un significado para nosotros. Es importante que les hablemos a nuestros hijos acerca de la gran salvación de Dios; cómo Él nos trajo de muerte a vida por medio de la obra consu­mada por el Señor Jesús en la cruz del Calvario. Su obra debe estar siempre en nuestras mentes como algo fresco.

Antes que los sacerdotes salieran del cauce seco del río, también se erigieron doce piedras en el lugar donde ellos habían estado. Estas no serían visibles a los ojos humanos, pero Dios siempre las podría ver. La obra de Cristo es algo que está siempre ante los ojos de Dios. Siempre será algo precioso para Él. Dios también se com­place cuando lo adoramos y hacemos memoria de Cristo y su obra.

Eugene P. Vedder, Jr.

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