El Señor Está Cerca

Sábado
17
Julio

Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Esta es la ordenanza de la pascua … El extranjero y el jornalero no comerán de ella.

(Éxodo 12:43, 45)

Servir como jornalero o servir por amor

Pon atención: un jornalero (un trabajador remunerado) no podía comer de la Pascua. Esto nos debe hablar fuerte. El esclavo, nacido en la casa o comprado por dinero, sí podía (v. 44). Alguien como Pablo se deleitó en llamarse a sí mismo “esclavo de Cristo”; y a Sus redimidos les encanta reconocer que, en efecto, son Suyos, comprados no con plata ni oro, sino con su sangre preciosa. Tam­bién somos siervos suyos por nacimiento (nuevo nacimiento). Sin embargo ¡cuántos sistemas de enseñanza aplican deliberadamente el principio del salario, haciendo que la misma vida eterna sea algo que pueda ganarse por el servicio! Sin duda alguna, ese es el pen­samiento natural del corazón humano, tal como sucedió con el hijo pródigo antes de encontrarse con su padre: “hazme como a uno de tus jornaleros” (Lc. 15:19). Pero cuando su padre salió a su encuentro, echándose sobre su cuello para besarlo, ¿podía mirar aquel rostro y deshonrar el amor de su padre con tal petición? ¿Y cómo pueden los hijos de Dios hacer tal cosa ahora, si no es porque realmente no creen en aquel amor?

La gracia y las obras son principios completamente opuestos; al unirlos, la gracia es destruida: “Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia” (Ro. 11:6). Solo la gracia quebranta el dominio del pecado, tal como dijo el apóstol: “el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Ro. 6:14).

El jornalero es, en relación con Dios, figura de alguien que busca lo suyo propio, de alguien que sirve a Dios para sus propios fines; pero el poder del cristianismo se manifiesta en esto: “para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Co. 5:15). Bajo la gracia, el principio y el poder para el servicio se ven expresados en lo que dijo el salmista: “¡Ah, Señor! Ciertamente yo soy tu siervo, siervo tuyo soy, hijo de tu sierva; tú desataste mis ataduras”. ¡Es un servicio por amor!

F. W. Grant

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