Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.
El Antiguo Pacto no podía traer perfección o cosas que perduraran. En lugar de eso, estaba marcado por la debilidad y Dios demostró su insuficiencia de diversas maneras antes de ponerlo aparte. Este fracaso se debe, principalmente, a lo que el hombre es en sí mismo, a veces denominado como “el viejo hombre”. Sin embargo, Dios introdujo un nuevo orden de cosas, el cual está relacionado con el nuevo Hombre, nuestro Señor Jesucristo. Él no puede fallar, como tampoco puede hacerlo este nuevo orden de cosas; la epístola a los Hebreos demuestra este punto muy claramente.
Hoy en día, los cristianos están vinculados con Cristo en el cielo— este es uno de los temas principales de esta epístola. En el mundo venidero, el Nuevo Pacto será establecido con Israel, y todo estará vinculado a Cristo. Esta epístola también muestra que el Señor Jesús es el nuevo Sacerdote que vive para siempre, según el orden de Melquisedec. Aunque Él vino de la tribu de Judá (que no era una tribu sacerdotal), Él es sacerdote para siempre (una expresión clave en la epístola). En relación con Él todo es bueno o mejor, fresco, nuevo y estable, como nos lo muestra Hebreos 7. Es por eso que este capítulo nos muestra a Jesús como el Garante y Fiador de un mejor pacto, motivo por el cual no puede fracasar. El antiguo pacto fracasó, pero el nuevo es definitivamente mejor, no existe posibilidad de que falle, y por lo tanto también es llamado “eterno”
El valor numérico del nombre Jesús es 888, lo cual añade una dimensión especial a esta suficiencia. Lo que Cristo ha cumplido y establecido trae seguridad y garantiza este nuevo y mejor orden. Lo que se relaciona con Cristo no es solamente bueno (lo cual es cierto), también es “mejor”.
Alfred E. Bouter
Señor Jesús, ¡potente fiador! / Señor Jesús, ¡veraz Salvador!
La vida diste Tú por mí, / Mi espíritu halla paz en Ti,
La entrada al cielo Tú me das: / ¡La Eternidad no espanta ya!
C. H. Bright