Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
El lugar de la mujer en la creación ilustra el lugar que le da la gracia, o más bien su relación como mujer cristiana para con Dios. Esto se nos presenta justamente en la forma que la mujer fue creada. Fue algo único—en fuerte contraste con cualquier otra criatura. Adán fue sumergido en un profundo sueño (figura de la muerte de Cristo), y le fue sacada una costilla, de la cual Dios formó a la mujer, para luego presentarla como su ayuda idónea. Esta es una imagen de la Iglesia (fruto de la muerte de Cristo), la cual le será presentada como su esposa.
En su sabiduría, Dios ha puesto diferencias en la composición física, mental y emocional del hombre y de la mujer. Es evidente que Él los ha creado diferentes, pero complementarios. La fuerza física del hombre contrasta armoniosamente con la gracia natural de la mujer, así como con su gentileza y agilidad mental. La mujer fue tomada del hombre, lo cual demuestra su igualdad con él; proclama que, según Dios, el hombre es cabeza de la mujer, pero también que ella tiene el privilegio de otorgarle al hombre el lugar que Dios le ha dado. Moralmente, el hombre y la mujer son iguales, pero el hombre es cabeza según la posición que Dios le dio (1 Co. 11:8, 9).
Todo esto ha sido diseñado para ilustrar la relación entre Cristo y la Iglesia. En Efesios 5 se nos presenta la relación entre el esposo y la esposa. ¿Debe la mujer sujetarse a su marido? Sí, pues se basa en el hecho de que “el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia” (v. 23). ¿Deben los esposos amar a sus esposas? Sí, tal “como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (v. 25). Desde el principio vemos que el lugar de la mujer en la creación ilustra su lugar en gracia, pero también nos ilustra la relación de la Iglesia con Cristo. ¡Qué maravilla!
A. J. Pollock