El Señor Está Cerca

Jueves
1
Julio

María … llegó a donde estaba Jesús … Jesús entonces, al verla llorando… se estremeció en espíritu … y dijo: ¿Dónde le pusis­teis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Jesús lloró … Entonces qui­taron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído … Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.

(Juan 11:32-36, 41, 43-44)

La compasión y la dulzura del Señor Jesús

Jesús lloró en su camino a la tumba. Esta fue una expresión de lo que había en lo profundo de su corazón, en lo interior del mismo Hijo de Dios, y habla intensamente de su perfecta humanidad, la ternura de sus sentimientos hacia quienes amaba, y su dolor ante el pobre estado en el que este hombre se hallaba a causa del pecado. María jamás olvidaría esas preciosas lágrimas, derramadas cuando Jesús caminaba con ella hacia la tumba donde Lázaro había sido sepultado.

Ahora bien, un verdadero hijo de Dios, que ha experimentado la presencia y compañía de Jesús en días de dolor y pesar, ¿podrá olvidar la dulzura de su compañía o la realidad de su consuelo y gracia?

Jesús llegó a la tumba y, a gran voz, clamó: “¡Lázaro, ven fuera!”, y este inmediatamente salió, atado con las vendas de su sepultura. Jesús entonces dijo: “Desatadle, y dejadle ir”. Solo Jesús puede dar vida; otros fueron llamados a desatarlo—a quitar las cosas que aún estaban aferradas a él y que le impedirían caminar como alguien que ha sido resucitado de entre los muertos.

Lázaro recibió de vuelta su vida en la tierra y, junto con nosotros, espera el momento cuando oiremos aquella voz de poder, la cual lla­mará a sus amados de la tumba. Ante el despliegue de tal poder, se manifestó la gloria de su Persona. Muchos creyeron en Él después de esto. ¡Qué testimonio tan poderoso!

Jacob Redekop

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