Hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón. Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José.
José era absolutamente inocente, sin embargo, pasó muchos años en prisión. Antes de que terminara esta prueba en su vida, él debió pasar dos años más en esa situación (Gn. 41:1). Sin embargo, no permaneció inactivo, pues “el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos” (Gn. 9:22). Donde fuese que José estuviese, Dios prosperaba todo lo que hacía. La lección que podemos sacar de esto es: si Cristo tiene la preeminencia, ¡entonces habrá bendición!
Por otro lado, si bien José era inocente, es muy probable que tanto el jefe de los coperos como el jefe de los panaderos hayan sido culpables de alguna infracción en contra de Faraón. A medida que avanza el relato, leemos que ambos tuvieron un sueño y le pidieron a José que se los interpretara (v. 8). “¿No son de Dios las interpretaciones?” ¡Qué alentadoras las palabras de José! Esto nos muestra que su esperanza y sueños permanecían intactos; si así no fuera, ¿por qué se animó a interpretar los sueños de estos hombres? A pesar de las circunstancias, él aún creía en lo que Dios le había mostrado.
La interpretación de José sucedió tal como lo predijo. El copero fue restaurado a su posición, mientras que Faraón mandó a ahorcar al jefe de los panaderos. ¡Qué maravilla cuando consideramos este relato a la luz del Nuevo Testamento! Nuestro Señor Jesucristo, que había sido declarado inocente por Pilato, fue “contado con los transgresores”, siendo crucificado entre dos malhechores (Is. 53:12; Lc. 23:32). Y tal como sucedió con el copero y el panadero, un malhechor iría al paraíso ese mismo día, mientras que el otro fue condenado al juicio. José y el malhechor dijeron: “Acuérdate de mí” (Gn. 40:14); Lc. 23:42); el copero se olvidó de José, ¡pero el malhechor fue salvado por Cristo!
Brian Reynolds