El Señor Está Cerca

Miércoles
2
Junio

Toma una vasija y pon en ella un gomer de maná, y ponlo delante de Jehová.

(Éxodo 16:33)

El maná (3)

Aunque el maná no podía conservarse ni por un día para las nece­sidades del desierto, si pudo ser guardado para la tierra de Canaán. Del mismo modo, nos daremos cuenta que, mientras estamos en la tierra (el desierto), no podemos alimentarnos de nuestras expe­riencias de ayer para satisfacer nuestras necesidades de hoy; sin embargo, estas experiencias serán de gran bendición cuando sean revisadas por nuestro bendito Señor en los cielos (Canaán).

La urna de oro (He. 9:4) nos habla de cómo Dios es glorificado en lo que el maná representa. Aunque el Hijo del Hombre es quien nos lo dará (Ap. 2:17), esta nos habla de su humanidad aquí abajo, la cual será la misma allí arriba, y Dios será glorificado en Él para siempre. En Aquel que está sentado en el trono de gloria veremos al mismo cuyo parecer fue desfigurado más que el de cualquier hombre aquí entre nosotros (Is. 52:14). En lo que respecta al maná escondido dentro de esta urna de oro, no solamente lo veremos, sino que también lo come­remos: el Señor le dijo esto a la iglesia en Pérgamo (Ap. 2:17). En el cielo tendremos una viva conciencia de su amor y la perfección de la gracia que nos manifestó. De hecho, cuando lleguemos allí, com­prenderemos todas las experiencias del “desierto”; descubriremos el porqué y el para qué de lo que aprendimos de Cristo aquí en la tierra.

Pero no solamente eso: la forma en que nos alimentamos del maná en la tierra tendrá un vínculo muy práctico con la manera en que nos alimentaremos del maná en el cielo. El maná escondido le será dado al que venció en la tierra. Aquel que se ha alimentado de Cristo aquí en la tierra, disfrutará, en el cielo, mucho más de Él. Este maná no suple solamente nuestras necesidades actuales. El maná no es una simple provisión para las pruebas dolorosas del desierto; no es simplemente para ayudarnos a andar con ánimo y confianza camino a la gloria; no, el maná será lo que encontraremos en el cielo, y lo disfrutaremos con una plenitud incomparable en relación con lo que experimentamos mientras estuvimos en este mundo.

F. W. Grant

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